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lunes, 9 de octubre de 2017

Catarsis... ¡Un imperativo de la tragedia!

En los últimos días, hemos estado experimentando una tragedia tras otra.  Hoy más que nunca podemos afirmar con certeza, que estamos comenzando a ver el principio de los dolores profetizado por nuestro Señor y Salvador Jesucristo cuando dijo:  "Ustedes oirán de guerras y de rumores de guerras, pero procuren no alarmarse. Es necesario que eso suceda, pero no será todavía el fin. Se levantará nación contra nación, y reino contra reino. Habrá hambres y terremotos por todas partes.  Todo esto será principio de dolores." (Mateo 24:6-8 NVI) El evangelio de Lucas añade:  "Habrá grandes terremotos, hambre y epidemias por todas partes, cosas espantosas y grandes señales del cielo." (Lucas 21:11 NVI).  Más adelante dice:  "Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra, las naciones estarán angustiadas y perplejas por el bramido y la agitación del mar. Se desmayarán de terror los hombres, temerosos por lo que va a sucederle al mundo, porque los cuerpos celestes serán sacudidos. Entonces verán al hijo del hombre venir en una nube con poder y gran gloria. Cuando comiencen a suceder estas cosas, cobren ánimo y levanten la cabeza, porque se acerca su redención." (Lucas 21:25-28 NVI) Es cierto que, a través de la historia, muchos han relacionado estas profecías con otros eventos parecidos.  Pero en nuestros días, hemos visto como todo esto ha comenzado a suceder a la vez.  Y qué quiero decir con esto, que Cristo regresa pronto a buscar su Iglesia.  Y tal como les advirtió a sus discípulos, nos advierte:  "Tengan cuidado, no sea que se les endurezca el corazón por el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida. De otra manera, aquel día caerá de improvisto sobre ustedes, pues vendrá como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra. Estén siempre vigilantes, y oren para que puedan escapar de todo lo que está por suceder, y presentarse delante del Hijo del hombre."  (Lucas 21:34-36 NVI)

Habiendo dicho esto, podemos comenzar a trabajar con el término (catarsis).  Según el Diccionario de la Real Academia Española, es el "Efecto purificador y liberador que causa la tragedia en los espectadores suscitando la compasión, el horror y otras emociones; Purificación, liberación o transformación interior suscitada por una experiencia vital profunda, Expulsión espontánea o provocada de sustancias nocivas al organismo."  Cuando experimentamos o presenciamos eventos trágicos, nuestra humanidad es sacudida.  El dolor, la incertidumbre, la impotencia, la desesperación y la desesperanza, golpean fuertemente nuestras mentes y nuestros corazones, como parte de nuestra naturaleza humana.  También es muy natural que la primera pregunta que aparezca en nuestras mentes sea ¿por qué?  Pero, la pregunta que debemos hacernos los que hemos puesto nuestra esperanza en el Todopoderoso, es ¿para qué?  Porque si creemos las expresiones del apóstol Pablo en su carta a los romanos, cuando dijo:  "Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito" (Romanos 8:28 NVI), entonces la pregunta debe ser, ¿cuál es el bien que Dios quiere hacernos?, cuando permite que entremos en las crisis/catarsis.  Sé que para muchos resulta muy difícil entender esta realidad, pues siempre nos han querido vender que, al poner nuestra confianza en Dios, estaremos viviendo en el paraíso, pero lo cierto es que, para llegar al paraíso, primero hay que morir.  La verdad es que Jesús nos dijo:  "Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! yo he vencido al mundo." (Juan 16:33 NVI) Y es que Él también dijo:  "Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo." (Mateo 28:20 NVI). 

Así que, en medio de nuestras crisis, nuestro Señor ha prometido estar presente, pero con mucha frecuencia olvidamos acudir a Él para hallar su oportuno socorro en medio de nuestras catarsis.  Si es difícil entender y manejar las crisis para los que esperamos en Dios, para aquellos que no le han entregado sus vidas al Señor, es insoportable.  La vida me ha enseñado a mirar mis crisis con los espejuelos de la esperanza y la fe, que me permiten mirar el panorama objetivamente, y con expectación sobre lo que Dios quiere lograr en mí mientras entro en un periodo de catarsis.  La mayoría del tiempo no sabremos cuál es el propósito de cada crisis, pero habiendo superado la etapa, siempre puedo dar gracias a Dios por haberme permitido experimentar la crisis, pues me ha mostrado que, en el proceso de catarsis, ha cumplido su propósito en mí, y me ha mostrado Su gloria.  La crisis que está viviendo mi país Puerto Rico, tras el paso del huracán María, me ha pegado muy fuerte, pues amo a mi tierra con todo el corazón.  Y es que la tragedia ocurrió justo después de trasladarme a la ciudad de Boston en los Estados Unidos, para comenzar mis estudios postgraduados.  Cada vez que veo las noticias, fotos y videos en las redes sociales, que evidencian la desgarradora destrucción que ocasionó el huracán, me parten el alma de dolor y no puedo evitar el llanto.  No puedo imaginar el dolor de los que lo perdieron todo, incluyendo sus seres queridos, al igual que nuestros hermanos de Méjico con los terremotos y otras ciudades en Estados Unidos.  Lo que se vive en mi Isla es un caos que nunca imaginamos, una verdadera pesadilla, es como retroceder en el tiempo a los años 30. Pero, así como Puerto Rico logró superar la crisis de aquellos años, sin los recursos y la tecnología que hoy tenemos, lo volveremos a hacer.  Ahora, quiero invitarles a reflexionar en la pregunta, ¿para qué Dios ha permitido que suframos esta crisis?  Desde mi punto de vista, nos encontramos en medio de una catarsis nacional.  Puede que eso suene extraño, pero quiero prestarte mis espejuelos de esperanza y fe. 

Como país, hemos sido bendecidos en gran manera, pero esa bendición se nos subió a la cabeza, y se nos olvidó que todo lo que somos y tenemos se lo debemos a Dios, y nos hemos creído autosuficientes.  Nuestro gobierno se embriagó de poder y su arrogancia le ha llevado a pensar que Dios no es necesario y han querido marginarlo, popularizando la mal interpretada y célebre frase "debe haber total y absoluta división entre la Iglesia y el Estado.  Pero resulta que nuestra Isla está marcada de manera profética como la Isla del Cordero (Jesucristo).  Así que Dios tiene grandes propósitos con nuestro terruño.  Por nuestras malas decisiones, decidimos sacar a Dios de nuestras vidas y Él ha respetado nuestra decisión, haciéndose a un lado.  Hemos visto cómo todo nuestro esplendor se ha venido abajo, según han pasado los años.  Los servicios básicos que ofrece el gobierno, han venido colapsando por falta de mantenimiento, actualización, y malversación de fondos.  Llevamos años lidiando con el problema de nuestro estatus territorial, y con una crisis económica sin precedente, que ha hecho aumentar el desempleo, la criminalidad, la falta de recursos, etc.  Finalmente, cuando pensábamos que nos encontrábamos en el peor momento de nuestra historia, llegó la verdadera crisis que nos ha provocado entrar en catarsis.  Sí, ha llegado el momento en que, despojados de todo lo que pensamos que nos pertenecía y nos mantenía ocupados, entretenidos y alejados de Dios, ha sido quitado para que de una vez y por todas busquemos y clamemos a Aquél que puede brindarnos el oportuno socorro.  Llegó la hora de despojarnos de nuestra arrogancia, la hora de comenzar a dirigir nuestras vidas hacia lo que verdaderamente importa, la hora de vivir y amar, la hora de dejar las apariencias, la hora de interesarnos y cuidarnos los unos a los otros, la hora de quitarnos los estigmas que nos han querido poner y que ocultan quiénes somos en realidad, la hora de buscar a Dios de todo corazón. 

Dios quiere hacer cumplir su propósito en nosotros, y con mano poderosa, Él quiere mostrarnos su gloria.  Por eso es importante que, en medio de nuestra catarsis, seamos sensibles a la voz de Dios como nos exhorta la Palabra "Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón como sucedió en la rebelión, en aquel día de prueba en el desierto." (Hebreos 3:8 NVI) Si depositamos nuestra plena confianza en Él, disfrutaremos del cumplimiento de sus promesas, Jesús nos enseñó: " Así que no se preocupen diciendo: ¿Qué comeremos? o ¿Qué beberemos? o ¿Con qué nos vestiremos?  Los paganos andan tras todas estas cosas, pero el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.  Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas." (Mateo 6:31-34 NVI) Esta catarsis nos ha llevado a convertirnos en el foco de las noticias internacionales, revelando la raíz de nuestro problema económico, causado por nuestro estatus relacional con los Estados Unidos.  Dios ha querido que el mundo sepa quiénes somos en esencia y nos va a hacer justicia.  Pero es necesario que nos humillemos ante Él, porque así hará brillar su gloria en nosotros y cumplirá su propósito. 


Su Palabra nos confronta de la siguiente manera:  "¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Si alguien quiere ser amigo del mundo se vuelve enemigo de Dios. ¿O creen que la Escritura dice en vano que Dios ama celosamente al espíritu que hizo morar en nosotros?  Pero él nos da mayor ayuda con su gracia. Por eso dice la Escritura: «Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes.» Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes.  Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes los inconstantes, purifiquen su corazón! Reconozcan sus miserias, lloren y laméntense. Que su risa se convierta en llanto, y su alegría en tristeza. Humíllense delante del Señor, y él los exaltará." (Santiago 4:4-10 NVI) No puedo evitar pensar en la Palabra profética que Dios puso en la boca del profeta Jeremías, cuando el pueblo de Judá fue llevado cautivo a Babilonia diciendo:  "Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes -afirma el Señor-, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.  Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme y yo los escucharé.  Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón.  Me dejaré encontrar -afirma el Señor-, y los haré volver del cautiverio." (Jeremías 29:11-14 NVI) "¡Ánimo Puerto Rico, el Señor nos levantará!

Eduardo Figueroa Aponte