Nos ha tocado vivir en la era más activa del terrorismo, en todo el sentido de la palabra. ¿Y qué es terrorismo? El diccionario de la Real Academia Española lo define como: "Dominación por terror; Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror; Actuación criminal de bandas organizadas, que reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretenden crear alarma social con fines políticos." Así que según esta definición, el terrorismo no es solamente un acto violento perpetrado por individuos para provocar terror (método expeditivo de represión revolucionaria o contrarrevolucionaria) y la pérdida de vidas inocentes con fines "religiosos"; sino que todo aquel que pretende dominar, aterrorizar y alarmar a la sociedad de forma organizada e indiscriminada es un terrorista. Por lo tanto, según esta definición, podríamos clasificar a los gobiernos, las más grandes empresas y a muchos de los medios de comunicación como las bandas organizadas más sobresalientes entre los terroristas más influyentes de este tiempo porque a pesar de que no se caracterizan por fines religiosos "ni provocan la pérdida de vidas inocentes con violencia física, (aunque en algunos caso sí)", quieren dominar, aterrorizar y alarmar a la sociedad de forma indiscriminada y sensacionalista, sembrando incertidumbre y temor para tener control de ella. Pero, ¿qué dice la Biblia acerca del temor? En la primera carta de Juan encontramos lo siguiente: "...Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. Ese amor se manifiesta plenamente entre nosotros para que en el día del juicio comparezcamos con toda confianza, porque en este mundo hemos vivido como vivió Jesús. En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero." (1 Juan 4:16-19). Así que los que hemos sido perfeccionados en el amor de Dios y vivimos esforzándonos por imitar la vida de Jesús, no debemos vivir en temor y no esperamos castigo, pues su sangre nos limpia de todo pecado, nos ha dado salvación y vendrá a buscarnos para que reinemos con Él en las moradas celestiales para siempre. Ésta es Su promesa, y es nuestra esperanza. En esa misma carta de Juan más adelante dice: "En esto consiste el amor de Dios; en que obedezcamos sus mandamientos. Y éstos no son difíciles de cumplir, porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el hijo de Dios?" (1 Juan 5:3-5). Por eso somos más que vencedores y no hay por qué vivir con temor por mucho que soplen los vientos del terror, pues debemos vivir confiando en las promesas de Dios, que son nuestra esperanza.
En estos últimos años, han salido a la luz los fraudes y vicios ocultos de varios gobiernos. Éstos, junto a las grandes empresas, que son los más grandes intereses económicos, y muchos de los medios de comunicación han manipulado la información para disfrazar, favorecer y adelantar las agendas ocultas de algunos, que invierten mucho dinero sobornando y enamorando a los amigos de las ganancias mal habidas, para poner en marcha sus maquinaciones ambiciosas y egoístas aunque afecten perniciosamente a la sociedad. Utilizan la psicología a través de los medios de comunicación (periódicos, revistas, noticieros, televisión, redes sociales, billboards etc.), para introducir sus ideas y planes como un virus infeccioso que al principio no provoca síntomas, pero termina convirtiéndose en una epidemia mortífera. Ese virus menoscaba sutilmente el carácter de los individuos, y les va debilitando sus sistemas de defensa (principios y valores), fundamentales para el buen funcionamiento de la sociedad, y terminan completamente infectados y resignados a vivir así el resto de sus vidas, esperando que el tratamiento para su enfermedad, algún día sea provisto por aquellos que de forma infiltrada se la ocasionaron premeditadamente y para el beneficio de algunos.
La manipulación es tan efectiva que la gente nunca llega a entender que los daños colaterales son fatales, y se suman a las campañas a favor del virus y la enfermedad enérgicamente. Pues al fin y al cabo, se acostumbran a vivir con los síntomas que ya ven como naturales y normales, sin darse cuenta de que están firmando su sentencia de muerte y procuran animar a otros que también la firmen, sin saber lo que hacen. Y es que en este tiempo a nadie le interesa medir las consecuencias a largo plazo, queremos vivir el hoy y el ahora, sin considerar los problemas que estamos provocando para nuestras generaciones futuras, nuestros hijos. Ésta es la única forma en que estos terroristas pueden lograr con éxito llevar a cabo sus planes, pues de no ser así, nadie estaría de acuerdo con ellos. Y estamos hablando de forma metafórica y también literal. Pues la epidemia mortal ocurre en las mentes y los corazones de una sociedad que ha sido trastornada por la manipulación, pero también convalece de forma física, sufriendo el estrés que produce tener que vivir constantemente contra la pared, entre lo que queremos y creemos, versus lo que nos quieren imponer. Algunos terminan queriendo quitarse la vida al no saber manejar estas crisis, otros mueren enfermos como resultado de los efectos secundarios que provocan las muchas violaciones que los gobiernos y las grandes empresas cometen contra el medio ambiente y las consecuencias que producen.
Nos agobian por todos lados con la información que quieren promover, esencialmente si favorece algún proyecto que generará millones de dólares a la economía de los que están arriba, pero contribuyen a desgraciar la vida de los que estamos abajo, empobreciéndonos y enfermándonos cada vez más. Logran convencer a la gente de falsas realidades para que las masas bailen al ritmo que ellos quieren tocar. Provocan un caos de todo, exagerando la información de algunos eventos para elevar sus rangos de visibilidad, a veces con tragedias, otras veces fomentando el adelanto de causas particulares, enalteciendo más los argumentos de una parte del debate y menospreciando y silenciando los argumentos de la otra parte, buscando incriminar los errores de algunos que gastan su vida trabajando por el bienestar de la sociedad, pero no son capaces de aplaudirles ni reconocerles todo el bien que han hecho, todo depende de la motivación del medio y las agendas políticas. Así hacen con la Iglesia, que no es una estructura con cuatro paredes, es el pueblo de Dios, que también es parte de la sociedad alrededor del mundo.
La mayoría de la gente en Puerto Rico piensa que la separación de Iglesia y Estado, hace de la Iglesia un ente extraño y aparte del resto de la sociedad que no tiene voz ni voto. Pues para todos aquellos que estén dentro de este grupo, sepan que esa estipulación se encuentra en el Artículo II de la Carta de Derecho en la Sección 3 (Libertad de Culto), de la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Esta sección se incluyó allí con el fin de proteger y garantizar el derecho a la libertad de culto de toda religión y coartar el poder del Estado de querer entrometerse en la institucionalidad y el ejercicio del culto religioso, y por eso hay completa separación de Iglesia y Estado, para proteger a la Iglesia del Estado, no al revés. Nuestra Constitución en su gran mayoría está basada en valores Bíblicos que son universales y garantizan el bienestar de los seres humanos, además la Biblia dice así de las naciones: "Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que escogió su heredad. El Señor observa desde el cielo y ve a toda la humanidad; él contempla desde su trono a todos los habitantes de la tierra. Él es quien formó el corazón de todos, y quien conoce a fondo todas sus acciones. No se salva el rey por sus muchos soldados, ni por su mucha fuerza se libra el valiente. Vana esperanza de victoria es el caballo; a pesar de su mucha fuerza no puede salvar. Pero el Señor cuida de los que le temen, de los que esperan en su gran amor; él los libra de la muerte, y en épocas de hambre los mantiene con vida. Esperamos confiados en el Señor; él es nuestro socorro y nuestro escudo. En él se regocija nuestro corazón porque confiamos en su santo nombre. Que tu gran amor, Señor nos acompañe tal como lo esperamos de ti." (Salmos 33:12-22).
La Iglesia (el pueblo de Dios) es parte de la sociedad y también paga contribuciones. Por eso tiene derecho a expresarse libre y deliberadamente, como lo hace todo ciudadano y toda institución, aunque muchos quieran callarla. Pero, como pertenece a esa parte de la sociedad que cree en los principios y valores tradicionales que han garantizado el orden y el bienestar de la sociedad por muchos siglos, y como ente multitudinario influyente se opone al desenfreno en todas las áreas de la sociedad, los grandes poderes e intereses económicos se han puesto de acuerdo para hacer lo imposible por destruirla. Pues en el desenfreno han visto una gran mina de oro que quieren explotar, a sabiendas de los grandes peligros y complicaciones que provocarán, como siempre lo han hecho desapercibidamente. Pero, desde sus comienzos hace 2016 años, la Iglesia ha sido perseguida hasta la muerte, pero nada ni nadie ha podido evitar su existencia ni detener su crecimiento y expansión por toda la tierra y su voz jamás podrá ser callada. La historia refleja que cada vez que se ha fomentado la persecución contra la Iglesia, han surgido los más grandes avivamientos que la han hecho crecer de golpe. Por eso, en vez de abrazar el temor, debemos vivir gozosos y orgullosos por las persecuciones según el apóstol Pablo que dijo: "Así que nos sentimos orgullosos de ustedes ante las iglesias de Dios por la perseverancia y la fe que muestran al soportar toda clase de persecuciones y sufrimientos. Todo esto prueba que el juicio de Dios es justo, y por tanto él los considera dignos de su reino, por el cual están sufriendo. Dios que es justo, pagará con sufrimiento a quienes los hacen sufrir a ustedes. Y a ustedes que sufren, les dará descanso, lo mismo que a nosotros. Esto sucederá cuando el Señor Jesús se manifieste desde el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos ángeles, para castigar a los que no conocen a Dios ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesús. Ellos sufrirán el castigo de la destrucción eterna, lejos de la presencia del Señor y de la majestad de su poder, el día en que venga para ser glorificado por medio de sus santos y admirado por todo los que hayan creído, entre los cuales están ustedes porque creyeron el testimonio que les dimos." (2 Tesalonicenses 1:4-10).
Ni los gobiernos, ni las grandes empresas, ni las comunicaciones y tampoco los terroristas actuales podrán detener la Iglesia ni callar su voz, porque es el cuerpo de Cristo y Él ya venció en la cruz del Calvario, es Rey de Reyes y Señor de Señores, tiene todo poder y autoridad sobre la creación y pronto regresará a buscar su pueblo, la Iglesia, para llevarla a reinar con Él. Jesús le dijo a Simón: "Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella." (Mateo 16:18). Así que no hay por qué temer si estamos en Cristo, pues aunque muramos físicamente en medio de la persecución y la hostilidad de los hombres en la tierra, nuestra morada y galardón nos espera en el cielo, la vida eterna. Esto mismo le habló Cristo a la iglesia de Esmirna registrada en el libro de Apocalipsis diciendo: "No tengas miedo de lo que estás por sufrir. Te advierto que a algunos de ustedes el diablo los meterá en la cárcel para ponerlos a prueba, y sufrirán persecución durante diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida." (Apocalipsis 2:10).
Por eso el apóstol Pablo hizo las siguientes exhortaciones a las iglesias diciendo: "Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y fuertes. Hagan todo con amor." (1 Corintios 16:13-14). También dijo: "Pedimos que Dios les haga conocer plenamente su voluntad con toda sabiduría y comprensión espiritual, para que vivan de manera digna del Señor, agradándole en todo. Esto implica dar fruto en toda buena obra, crecer en el conocimiento de Dios y ser fortalecidos en todo sentido con su glorioso poder. Así perseverarán con paciencia en toda situación, dando gracias con alegría al Padre. Él los ha facultado para participar de la herencia de los santos en el reino de la luz. Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención, el perdón de pecados. Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación, porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de él y para él. Él es anterior a todas las cosas, que por medio de Él forman un todo coherente. Él es el principio, el primogénito de la resurrección, para ser en todo el primero. Porque a Dios le agradó habitar en él con toda su plenitud y por medio de él, reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre que derramó en la cruz. En otro tiempo ustedes, por su actitud y sus malas acciones, estaban alejados de Dios y eran enemigos. Pero ahora Dios a fin de presentarlos santos, intachables e irreprochables delante de él, los ha reconciliado en el cuerpo mortal de Cristo mediante su muerte, con tal de que se mantengan firmes en la fe, bien cimentados y estables, sin abandonar la esperanza que ofrece el evangelio. Éste es el evangelio que ustedes oyeron y que ha sido proclamado en toda la creación bajo el cielo, y del que yo Pablo, he llegado a ser servidor." (Colosenses 1:9-23).
Eduardo Figueroa Aponte