Sí, así nos llaman ahora de forma clichosa, "fundamentalistas". Resulta que, en la actualidad, los cristianos somos los intérpretes ilusorios de un libro llamado la Biblia, lleno de "fábulas y metáforas que fomentan una cultura de carácter patriarcal, homofóbica, egoísta, discriminatoria y criminal", somos los responsables de las desgracias y tragedias del mundo, y vivimos enajenados de la realidad y en el fanatismo religioso. Esa es la definición que algunos grupos y organizaciones postmodernas le han dado a la cristiandad; nada más lejos de la realidad. Ninguna fábula o metáfora de interpretación ilusoria a logrado abarcar todos los confines de la tierra con su escritura, y ningún otra obra escritural ha llegado a ser la más traducida, impresa y vendida, ni ha transformado a millones de personas como lo ha hecho la Biblia, porque en sus páginas encontramos la poderosa y verdadera Palabra de Dios, compilada durante muchos siglos de historia. El Diccionario de la Real Academia Española registra las definiciones que por el uso ha ganado este concepto de "fundamentalismo" diciendo: "Movimiento religioso y político de masas que pretende restaurar la pureza islámica mediante la aplicación estricta de la ley coránica a la vida social; Creencia religiosa basada en una interpretación literal de la Biblia, surgida en Norteamérica en coincidencia con la Primera Guerra Mundial; Exigencia intransigente de sometimiento a una doctrina o práctica establecida." Partiendo de esta definición, si se trata de una exigencia intransigente de sometimiento, entonces muchos de esos grupos y organizaciones también pecan de ser fundamentalistas, de hecho, todos lo somos. Entonces, "¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo y no le das importancia a la viga que tienes en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: Hermano, déjame sacarte la astilla del ojo, cuando tú mismo no te das cuenta de la viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano." (Lucas 6:41-42). Una sociedad sin fundamentos ni leyes o reglas para la sana convivencia, no sería una sociedad sino, un caos.
Todo en la vida tiene un principio, una base o un fundamento o cimiento, sobre el que se construye toda buena obra. Sin un fundamento, difícilmente habrá alguna estructura que se pueda mantener en pie o derecha. Tal fue la ilustración que Jesús usó con sus discípulos diciendo: "Voy a decirles a quién se parece todo el que viene a mí, y oye mis palabras y las pone en práctica: Se parece a un hombre que, al construir una casa, cavó bien hondo y puso el cimiento sobre la roca. De manera que cuando vino una inundación, el torrente azotó aquella casa, pero no pudo ni siquiera hacerla tambalear porque estaba bien construida. Pero el que oye mis palabras y no las pone en práctica se parece a un hombre que construyó una casa sobre tierra y sin cimientos. Tan pronto como la azotó el torrente, la casa se derrumbó y el desastre fue terrible." (Lucas 6:47-49). Moisés dijo: "Él es la roca, sus obras son perfectas, y todos sus caminos son justos. Dios es fiel; no practica la injusticia. Él es recto y justo. Actuaron contra él de manera corrupta; para vergüenza de ellos, ya no son sus hijos; ¡son una generación torcida y perversa! ¿Y así le pagas al Señor pueblo tonto y necio? ¿Acaso no es tu Padre, tu Creador, el que te hizo y te formó?" (Deuteronomio 32:4-6). Por eso muchas naciones han tenido a bien fundamentar sus estructuras gubernamentales en la Palabra de Dios, la Biblia, fuente inagotable de principios y valores que garantizan el bienestar de las naciones.
El fundamento de la Iglesia (cuerpo de Cristo y pueblo de Dios) está revelado en la Biblia, la cual registra los testimonios del pueblo que Dios escogió, Israel, para darse a conocer al mundo y anunciar el nacimiento de un Salvador (nuestra Roca) que pagaría el precio por nuestros pecados para darnos vida eterna, Jesucristo. Y esta verdad no es una interpretación ilusoria o ingenua de la Iglesia, pues la Iglesia tuvo su origen en Israel y se ha expandido sobre toda la tierra tal y como predijo Jesús: "Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin." (Mateo 24:14). Al día de hoy, la veracidad de la Biblia ha sido confirmada y está siendo reconfirmada constantemente por los historiadores y la ciencia, a través de los descubrimientos geológicos, arqueológicos y de la NASA, que validan cada vez más las historias milenarias registradas en ella. Así que más allá de un "fundamentalismo religioso", la Iglesia y su interpretación literal de la Biblia está tomando más fuerza que nunca antes, aunque el mundo quiera o no creer en ella. Además, cual reloj suizo, estamos viendo el cumplimiento de acontecimientos mundiales que están profetizados en la Biblia como señales de los últimos tiempos. Muchos rechazan o repudian las verdades de esta Escritura Sagrada porque, aunque en su interior creen que Dios existe, prefieren despilfarrar su vida en los efímeros placeres de la carne y el mundo. Así evitan asumir alguna responsabilidad que les prive de los deseos insaciables del pecado, que a sabiendas o sin saber les llevan a la autodestrucción y les convierte en enemigos de Dios, tal y como dice la carta de Santiago: "¡Oh gente adúltera! ¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Si alguien quiere ser amigo del mundo se vuelve enemigo de Dios." (Santiago 4:4). Pues bien, no se han ensañado contra la Iglesia sino contra Dios, tal y como dijo Jesús: "El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió." (Lucas 10:16). ¿Eso quieren, ser enemigos de Dios? ¡Pues adelante¡ Nadie los detiene. Pero el fin se acerca, y hoy Dios les da la oportunidad de arrepentirse y volverse a Él para que sean salvos, queda poco tiempo.
No obstante, la encomienda de Dios para la Iglesia (cuerpo de Cristo y pueblo de Dios) es proclamar lo que Dios ha dicho, aunque a la gente no le guste ni le interese, pues Jesús dijo: "...Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo." (Mateo 28:18-20). El apóstol Pablo reiteró esta encomienda a uno de sus ayudantes diciendo: "En presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de venir en su reino y que juzgará a los vivos y a los muertos, te doy este solemne encargo: Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar. Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír. Dejarán de escuchar la verdad y se volverán a los mitos. Tú, por lo contrario, sé prudente en todas las circunstancias, soporta los sufrimientos, dedícate a la evangelización; cumple con los deberes de tu ministerio." (2 Timoteo 4:1-5). Además dijo Jesús: "...Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado." (Marcos 16:15-16). Y esto es lo que hacemos, obedecer a nuestro Líder, Maestro, Salvador y Dios, no actuamos por meras interpretaciones "fundamentalistas". Aunque todos estos preceptos sean para nosotros los que formamos la Iglesia, a todos los que están fuera de ella les mortifica escucharlos porque: "Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón." (Hebreos 4:12).
Así que la Palabra de Dios convence a los seres humanos de su pecado y por eso muchos no la quieren escuchar. Así que todo el que haya escuchado el mensaje del evangelio y crea pero no obedezca, o no crea, no tendrá excusa cuando Dios lo lleve a su presencia para ser juzgado. Hay sectores de la Iglesia que deberían reconocer que a través de la historia, sus antepasados y algunos que, por falta de herramientas y conocimiento o humildad perpetúan los errores del pasado al día de hoy, fracasaron y fracasan en el manejo de ciertos asuntos dogmáticos y doctrinales que deben ser revisados y corregidos a la luz del conocimiento y las nuevas herramientas de interpretación bíblica que hoy tenemos. La Biblia es clara y precisa en dichos asuntos, pero el fracaso está en que algunos se rehúsan a adquirir un mayor conocimiento y entendimiento de las Sagradas Escrituras, pues tienen una falsa percepción de que niegan su fe al considerar nuevos postulados que ponen en entredicho lo que aprendieron y han enseñado por mucho tiempo. El orgullo y la falta de humildad no les permite aceptar que se han equivocado. Pero es de humanos errar hermanos, no sean estorbo y tropiezo para lo que Dios quiere hacer en este tiempo. La carta de Santiago dice: "Pero él nos da mayor ayuda con su gracia. Por eso dice la Escritura: Dios se opone a los orgullosos pero da gracia a los humildes. Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes. ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes los inconstantes, purifiquen su corazón! Reconozcan sus miserias, lloren y laméntense. Que su risa se convierta en llanto, y su alegría en tristeza. Humíllense delante del Señor, y él los exaltará." (Santiago 4:6-10).
No obstante la gran mayoría del (cuerpo de Cristo y pueblo de Dios) la Iglesia de este tiempo, cuenta con una generación mucho más madura espiritualmente, y muy bien documentada por sus estudios académicos formales en teología y Biblia, para manejarcon mucha responsabilidad y sabiduría todos los asuntos dogmáticos y doctrinales de la Iglesia, siempre buscando ser dirigidos por el Espíritu Santo de Dios. Ésta generación ha reconocido que la Iglesia (cuerpo de Cristo y pueblo de Dios) ha errado en algunos de esos aspectos, y hoy procura no caer en los mismos errores del pasado, para que la Iglesia sea pertinente en su contexto históricosocial. Pues aunque la proclamación del evangelio ha ganado muchas almas para Cristo (esto por obra del Espíritu Santo y no de los hombres), las duras exigencias dogmáticas que la Iglesia impuso a sus miembros en algunos sectores, terminaron siendo piedra de tropiezo. Y es que muchos de los dogmas que estas iglesias impusieron en la antigüedad, buscaban resolver ciertos conflictos y cumplieron su propósito en su tiempo. Pero al día de hoy, esas dogmáticas no resuelven nada y causan muchos conflictos que terminan confundiendo y apartando a la gente de la Iglesia. Pero la falta de humildad de algunos les lleva a seguir promoviéndolas. La Iglesia (cuerpo de Cristo y pueblo de Dios) es un organismo vivo que debe evolucionar y adaptarse a los tiempos, para ser más efectiva y pertinente en la proclamación del mensaje del evangelio, esto sin cambiar la centralidad de su mensaje, debe estar siempre lista y ávida de hacer dichas transiciones, para mantenerse viva y creciendo.
Claro, hay que hacerlo con mucho cuidado y discernimiento del Espíritu Santo, pues hay una línea muy fina y peligrosa en ese asunto de evolucionar y transicionar, pero no por eso vamos a estancarnos en el proceso y debemos procurar que nuestra predicación de la Palabra de Dios permanezca intachable. Pues muchos en medio de la transición han cruzado esa línea y han terminado negando su fe y convirtiéndose en el cumplimiento profético de las palabras de Jesús cuando dijo: "Cuídense de los falsos profetas. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos? Del mismo modo, todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo. Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede dar fruto bueno. Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego. Así que por sus frutos los conocerán." (Mateo 7:15-20). Éstos son los que hacen que paguemos los justos por pecadores. El apóstol Pedro también habló de ellos cuando dijo: "En el pueblo judío hubo falsos profetas, y también entre ustedes habrá falsos maestros que encubiertamente introducirán herejías destructivas, al extremo de negar al mismo Señor que los rescató. Esto les traerá una pronta destrucción. Muchos los seguirán en sus prácticas vergonzosas, y por causa de ellos se difamará el camino de la verdad. Llevados por la avaricia, estos maestros los explotarán a ustedes con palabras engañosas. Desde hace mucho tiempo su condenación está preparada y su destrucción los acecha." (2 Pedro 2:1-3).
¿No es esto lo que estamos viendo con mucha frecuencia en este tiempo? La humanidad juzga y penaliza a toda la Iglesia por los actos vergonzosos de estos falsos profetas que tienen mucha exposición, y hacen toda una propaganda mediática para menoscabar el testimonio de la Iglesia. A que no hacen lo mismo reconociendo la inmensa labor misionera, humanitaria y social que ella ha aportado por siglos a las naciones. Para todos ellos, así ha dicho Jehová de los ejércitos: "¡Ay de los que arrastran iniquidad con cuerdas de mentira, y el pecado con sogas de carreta! Dicen: ¡Que Dios se apresure, que apresure su obra para que la veamos; que se acerque y se cumpla el plan del Santo de Israel, para que lo conozcamos! !Ay de los que llaman a lo malo bueno y lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! ¡Ay de los que se consideran sabios, de los que se creen inteligentes! ¡Ay de los valientes para beber vino, de los valentones que mezclan bebidas embriagantes, de los que por soborno absuelven al culpable y le niegan sus derechos al indefenso¡ Por eso así como las lenguas de fuego devoran la paja y el pasto seco se consume en las llamas, su raíz se pudrirá y, como polvo, se disipará su flor. Porque han rechazado la ley del Señor Todo Poderoso y han desdeñado la palabra del Santo de Israel." (Isaías 5:18-25).
Aquí entra en función el mal social que nos caracteriza, de siempre resaltar y perpetuar los errores del pasado de otros, y obviar los procesos evolutivos con todas las buenas obras y beneficios significativos que estos han aportado a la sociedad posteriormente. Así pasa cuando algunos quieren abrirse paso con agendas ocultas e imponerse, pues la mejor manera de hacerlo es, sacando al sol todos los trapos sucios de los otros y exhibirse como víctimas. Luchan por sus "derechos" pretendiendo quitarle los derechos a otros, violan las leyes pretendiendo establecer otras que supriman las establecidas y someter a otros con ellas, exigen tolerancia siendo intolerantes, exigen respeto mientras se burlan y ridiculizan faltando el respeto, exigen que no se les discrimine pero ellos sí pueden discriminar, denuncian que son perseguidos mientras ellos son perseguidores, acusan a muchos de fundamentalistas cuando ellos son los primeros, etc. Pero como dijo Jesús, el árbol se conoce por su fruto. El ladrón juzga por su condición. No hay un acercamiento sincero de aquellos que buscan su lugar en la sociedad para discutir ideas con respeto y buscar soluciones para el bienestar de todos. Imperan los acuerdos entre particulares, y a puertas cerradas, para infiltrar e imponer a la fuerza los caprichos de algunos que pretenden afectar las masas de forma indiscriminada con la imposición de sus absurdos. Tal es el caso de la ley aprobada para autorizar a los individuos "transgéneros" al uso del baño donde mejor entiendan que les define. Géneros humanos sólo hay dos, hombre y mujer, y lo que los define es su sexo físico y no su sexualidad mental. ¿Dónde está el sentido común? Las enfermedades sociales lo han extinguido. No hay nada más absurdo que esto, y ha quedado demostrado con los últimos incidentes que han puesto en peligro la seguridad y el bienestar, especialmente de las niñas; que usando el baño para sus necesidades fisiológicas, se han visto acosadas por depravados sexuales que aprovechan esta ley para cometer sus fechorías. Le han otorgado derechos a unos, violando los derechos de otros y poniendo en riesgo su seguridad.
La Iglesia de este tiempo no pretende inhibir los "derechos" de nadie, pero tampoco estamos dispuestos a ceder los nuestros. No aceptaremos ni acataremos la imposición de cambios a la práctica de nuestra fe, pues es ilegal y atenta contra la separación de Iglesia y Estado. Pero aún si lograran legalizar ciertos cambios y trataran de imponernos prácticas contrarias a nuestra fe, no las acataremos, pues la Biblia dice que: "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres." (Hechos 5:29) y aunque tengamos que sufrir los abusos e injusticias, lo haremos con gozo y alegría, porque Jesús dijo: "Dichosos ustedes cuando los odien, cuando los discriminen, los insulten y los desprestigien por causa del Hijo del hombre. Alégrense en aquel día y salten de gozo pues miren que les espera una gran recompensa en el cielo. Dense cuenta que los antepasados de esta generación trataron así a los profetas." (Lucas 6:22-23). La Iglesia está presta a recibir a todo el que la necesite y brindar la ayuda que esté a nuestro alcance. Está más que dispuesta para sentarse a dilucidar ideas y aportar posibles soluciones que otorguen beneficios y derechos a todos en la sociedad, pues somos parte de ella y buscamos el bienestar común, además, nos asiste ese derecho.
Seguimos llevando el mensaje que proclamó Jesús, que vino a sufrir y a morir por TODOS, y "...que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo. Así dice la Escritura: Todo el que confíe en él no será jamás defraudado." (Romanos 10:9-11). Pero también es necesario arrepentirse y confesarle a Dios nuestros pecados y dejarlos:"Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón." (Proverbios 28:19). Jesús dijo: "Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo. Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad sino la del que me envió. Y ésta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el día final. Porque la voluntad de mi padre es que todo el que conozca al Hijo y crea en él, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final." (Juan 6:37-40). Así que, más allá que un mero "fundamentalismo religioso" la Iglesia (cuerpo de Cristo y pueblo de Dios) con sus defectos y virtudes por estar formada de humanos, lleva siglos haciendo lo que Dios le ha encomendado, aunque muchos no crean ni le interese ser parte de ella. Pero el mundo será juzgado en poco tiempo y Dios sigue esperando que la humanidad se arrepienta y regrese a Él, pues fue creada para habitar con Él por la eternidad, y pagará a cada uno conforme a sus actos y sus decisiones aquí en la tierra.
Eduardo Figueroa Aponte